Si se quiere, se puede
Por JCL
Con frecuencia me toca criticar y sacar los colores al sistema educativo desde esta tribuna. Pero en esta ocasión, tengo que hacer una excepción, una agradable excepción. Me ha tocado vivirla de cerca, pues el protagonista ha sido mi hijo mayor, identificado desde los seis años de edad como “sobredotado intelectual”, en la terminología que imperaba en ese momento.
Como ya he comentado en anteriores entradas, en agosto del año 2014 se publicó en el Boletín Oficial de Aragón la normativa que regulaba la intervención de los alumnos con necesidades educativas específicas en Aragón desde un enfoque inclusivo. Y dentro de estos alumnos se incluían los alumnos con altas capacidades intelectuales. En el artículo 11 de la Orden de 30 de Julio, relativa a las medidas específicas básicas, se incluye como posible medida la “programación didáctica diferenciada”, y como posibilidad, dentro de ella, cito textualmente la siguiente:
“En el caso de las etapas de educación secundaria obligatoria y bachillerato la condensación de las materias podrá permitir la realización simultánea de otras materias del mismo nivel en función de la regulación de la oferta educativa y, en su caso, de la oferta del centro docente”.
Quienes llevamos mucho tiempo defendiendo la atención de los alumnos con altas capacidades sabemos las trampas que acechan en cada artículo de una normativa. En el párrafo anterior, se nos plantea una medida sumamente interesante, pero enconsertada en dos límites: según la “regulación de la oferta educativa” del momento, y en su caso, “de la oferta del centro docente”. Salvar estos dos escollos supone sobre todo encontrar una buena disposición por parte del orientador que recomienda la medida, de los docentes que tienen que participar en la condensación curricular, y del equipo directivo del centro para que no levante barreras que imposibiliten su realización. Demasiados requisitos previos para los agentes educativos poco sensibilizados con las altas capacidades.
Pero debo decir que en nuestro caso, nos hemos encontrado con profesionales como la copa de un pino que han facilitado su aplicación hasta el punto de que ha sido algo tremendamente sencillo. Y os explico brevemente en qué consistió.
Mi hijo comenzaba en septiembre del año pasado 1º de Bachillerato, eligiendo la modalidad de Ciencias, con sus correspondientes asignaturas troncales obligatorias, las de modalidad y la optativa que ha mantenido durante toda la enseñanza secundaria, el segundo idioma (alemán). Pero estaba especialmente interesado en la asignatura de Psicología, no incluida en esta modalidad. No obstante, la reciente normativa publicada en agosto, sí que permitía a un alumno identificado como de altas capacidades, cursar una asignatura más del mismo nivel dentro del horario escolar, aplicando la condensación curricular. La condensación es una medida sobre la que ya he hablado en alguna ocasión, y que resulta fundamental para atender a estos alumnos. Consiste en ahorrar tiempo al alumno en tareas básicas, repetitivas o que ya domina previamente, para poder utilizar ese tiempo en otras actividades relacionadas con sus propios intereses y de mayor complejidad.
Con la norma en la mano recién publicada, me entrevisté con la orientadora del instituto público Pablo Gargallo de Zaragoza, Pilar Andrés, para pedir su punto de vista y su valoración del interés del chaval; y desde el primer momento se entusiasmó con la idea. Sobre todo porque le correspondía también a ella el papel de profesora de la asignatura de Psicología, y le parecía un reto maravilloso poder tener a mi hijo de alumno. Aprovechando que el primer mes de clases mi hijo iba a residir en Canadá, dentro de un programa de inmersión linguística subvencionado parcialmente por el Departamento de Educación del Gobierno de Aragón, preparó una programación didáctica diferenciada, con condensación curricular, a medias con la profesora de Alemán, María José Estarán. Esta programación, como medida específica básica, no necesita autorización de la administración educativa, sino simplemente el informe correspondiente de la orientadora del centro, y la organización del horario y de los recursos humanos necesarios para aplicarla. En este caso, con un entendimiento absoluto entre las docentes de Psicología y Alemán, se estableció una condensación curricular, de forma que el alumno asistiría dos horas a una asignatura y otras dos horas a la otra, reduciendo dos horas de asistencia para cada materia, que corresponderían a las actividades de repaso o de ejercitación básica. Así, el alumno sólo asistiría a las clases en las que se impartiese nuevos contenidos o tuviese que participar en la realización de proyectos. La única duda que se planteó fue cómo registrar la evaluación de esta asignatura adicional. Y como marcaba el sentido común, el Departamento de Educación resolvió que se procedería al registro oficial de la calificación, computando también en la media del curso como una asignatura más.
Desde el primer momento (y teniendo en cuenta que el alumno se incorporó al curso con un mes de retraso), la experiencia ha sido un total, completo y rotundo éxito, tanto para el alumno como para sus profesoras. Así me lo han hecho saber tanto mi hijo, que ha descubierto un campo del conocimiento que le ha atraido desde el primer momento, como la orientadora, que ha considerado un lujo haber podido tener en su aula a un estudiante con interés en su asignatura. El resultado de la condensación curricular ha sido espectacular, como era previsible: ha obtenido la calificación más alta en ambas asignaturas. Y se ha demostrado una vez más que cuando se llevan a cabo intervenciones educativas recomendadas por los expertos en altas capacidades desde hace ya décadas, el sistema funciona, y funciona de una forma extraordinariamente sencilla.
La moraleja es obvia: cuando hay voluntad por parte de todos los agentes educativos, cuando derribamos los tópicos que se enquistan como obstáculos, cuando se trabaja con normalidad y naturalidad aplicando estrategias sencillas y básicas, sin tanta burocracia, plazos, autorizaciones, miedos, resquemores, filtros absurdos, y excusas perezosas, damos un paso de gigante hacia la mejora de nuestro sistema educativo. La atención a los alumnos con altas capacidades, no tengamos la menor duda, es la locomotora que puede tirar de todo el sistema para ponerlo a niveles de alta velocidad. SI SE QUIERE, SE PUEDE, y además se puede de forma más sencilla que lo que nos quieren vender algunas mentes anquilosadas en el pasado.
Gracias Pilar, gracias Mª José, y gracias al equipo directivo del IES Pablo Gargallo de Zaragoza, por haber facilitado la labor de estas dos grandes profesionales que han conseguido un hito sumamente importante en la atención a los alumnos con altas capacidades. Que cunda el ejemplo. Si se ha hecho una vez, se puede llevar a cabo en todas las ocasiones que se plantee, con sencillez y naturalidad. Va por vosotras.